Del 29 de septiembre al 2 de octubre, se llevó a cabo la 158ª Asamblea Plenaria del Episcopado Ecuatoriano, que reunió a los obispos del país en el Seminario Mayor San Carlos, en la Diócesis de Azogues. Este encuentro anual fue un tiempo de comunión, reflexión pastoral y discernimiento sobre los desafíos que vive la Iglesia y la sociedad ecuatoriana.

La jornada inició con un retiro espiritual dirigido por Sor Janet Aguirre, FMA, quien presentó una meditación sobre la figura de Sor María Troncatti, misionera salesiana que será canonizada en octubre. Su testimonio misionero y su entrega en la Amazonía ecuatoriana inspiraron a los obispos a renovar su compromiso con la evangelización y el servicio.

El discurso inaugural del Cardenal Luis Cabrera, OFM, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), marcó el inicio de las sesiones. En sus palabras, recordó la misión de la Iglesia como signo de comunión y fraternidad, subrayando que “la paz y la unidad se construyen desde el diálogo sincero y responsable”.

Durante la Asamblea, los obispos:

• Conformaron la comisión encargada de estudiar y aprobar la reforma de los Estatutos de la CEE, adaptándolos a las realidades actuales de la Iglesia.

• Recibieron el informe sobre la primera reunión nacional de comunicadores católicos, fortaleciendo la Red de Medios Católicos y su servicio evangelizador.

• Analizaron temas sociales relevantes como la energía, la minería y la transparencia, reafirmando la opción de la Iglesia por el bien común y la defensa de la casa común.

• Reflexionaron sobre la vida de las parroquias urbanas y su papel en la evangelización contemporánea.

• Expresaron su apoyo al nuevo rector de la PUCE, P. Carlos Ignacio Man-Ging, SJ.

• Compartieron los frutos de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), reafirmando el compromiso con los pueblos amazónicos.

El Cardenal Cabrera presidió la Eucaristía en el Santuario Eucarístico Nacional de El Cañar, destacando tres exigencias del discipulado: confianza en Dios, desprendimiento y fidelidad. En un gesto simbólico, recibió la llave de la ciudad de Cañar, afirmando: “La llave para nosotros es el Evangelio y las puertas, sus corazones”.

Al final de la jornada, los obispos emitieron el comunicado “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5,9), en el que hicieron un llamado al diálogo permanente, rechazaron toda forma de violencia y alentaron a las autoridades y ciudadanos a trabajar por la justicia, la fraternidad y la paz.

La Asamblea concluyó con una Eucaristía en el Santuario de la Virgen del Rocío en Biblián, presidida por Mons. Oswaldo Vintimilla, obispo de Azogues, quien agradeció al episcopado ecuatoriano por su presencia y por los frutos espirituales de estos días de fraternidad.