Del 4 al 6 de octubre, la Parroquia San Pedro de Guaranda, conocida también como La Catedral, fue el escenario de un profundo encuentro espiritual organizado por el Movimiento JUAN XXIII. Este Triduo de Oración anual reunió a decenas de fieles en tres días de adoración, contemplación y reflexión, centrados en la presencia del Santísimo Sacramento.
La jornada comenzó el 4 de octubre con una solemne Eucaristía, en la que los participantes fueron invitados a abrir sus corazones a la presencia divina. Posteriormente, se llevó a cabo una exposición prolongada del Santísimo, donde los fieles tuvieron la oportunidad de adorar y contemplar en silencio, reflexionando sobre su fe y pidiendo por las necesidades de la comunidad. Durante el primer día, las meditaciones se centraron en el amor de Cristo y en la importancia de la oración en la vida cotidiana.
El segundo día del Triduo, el 5 de octubre, estuvo marcado por una procesión con el Santísimo Sacramento por los alrededores de la Catedral. Este acto fue acompañado por cánticos de alabanza y momentos de oración comunitaria. La procesión simbolizó la unión del pueblo de Dios en torno a la figura de Cristo, que camina con sus fieles en todo momento. Los participantes expresaron su alegría por poder llevar el Santísimo a las calles, un gesto de fe y esperanza en tiempos de desafíos.
El último día, el 6 de octubre, se dedicó a la reflexión personal y al sacramento de la reconciliación. Confesores estuvieron disponibles durante todo el día para quienes desearan acercarse a la confesión. El clima de recogimiento permitió a los fieles examinar sus conciencias y reconciliarse con Dios y con ellos mismos. La jornada concluyó con una Misa de clausura, donde el párroco animó a los presentes a llevar lo vivido en estos días a sus hogares y comunidades.
Este Triduo de Oración ha sido un momento de renovación espiritual para los miembros del Movimiento JUAN XXIII y para todos los fieles que se unieron a las celebraciones. La Parroquia San Pedro de Guaranda se convirtió, una vez más, en un faro de espiritualidad y devoción, fortaleciendo el vínculo entre la comunidad y su fe.
Caminando juntos, para hacer de nuestra diócesis, un signo de la presencia de Dios.
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